domingo, 17 de noviembre de 2013

"LA CIUDAD DE LOS CARRIZOS"


Si bien La ciudad de los carrizos no recupera el pasado histórico del que habla Kurt Spang, el texto, a través de la  reinterpretación del mito de Quetzalcóatl, evoca el mítico, ejemplarizando, como menciona Spang, lo universal a partir de lo particular. De acuerdo al filólogo, el autor literario “debe rellenar los huecos” para representar la “supraindividualidad” del acontecimiento que reinterpreta. Y esta es la ventaja del autor literario sobre el histórico, dice Spang, mientras que aquel registra y dispone, el narrador reinventa. La obra de González Caballero, si el mito de Quetzalcóatl, su caída y apoteosis, fuese apreciado por nosotros, lectores contemporáneos, como realidad histórica, nos percataríamos de que no pretende una reconstrucción arqueológica que sí observamos, por ejemplo, en el texto de Luisa Josefina Hernández. Basta recordar las primeras acotaciones que describen la escenografía y los vestuarios, para intuir que no se persigue, como se decía, la representación naturalista, si no el distanciamiento, la “representación antilusionista” que clasifica Spang; y González Caballero lo hace a través de un Quetzalcóatl, denominado príncipe Uno caña (nombre que anuncia la futura caída azteca), de carácter ascético y enemigo de las guerras (floridas) y de los sacrificios humanos. A través del hechicero Luna, el dios de la región del frío (Huitzilopochtli) les informa que las ofrendas ya no son suficientes para subsistir, por lo tanto exige los corazones de los sacrificados. A la decisión temen que se oponga Uno caña, que además goza de la estima y consideración de la mayoría de los habitantes; por lo tanto  deciden corromper, como ocurre a la divinidad prehispánica, al príncipe Uno caña, a través de la carnalidad, el éxtasis de los sentidos y el falso testimonio. Cuando el príncipe se encuentra preso, víctima de la maledicencia, el coro de voces lo impreca a ceder ante los sentidos, pero el desvelamiento ocurre cuando tiene conciencia de su materialidad. Otro punto de los que Spang desarrolla y que se observan en el texto de Glez. Caballero es la temporalidad. Goethe, cita Spang, define el tiempo de la mímesis, anticipándose al futuro, prolepsis que se observa en esta obra, sobre todo en la caracterización de Uno caña, y que otorga al texto un carácter de, comenta Spang, “parábola intemporal”. Y esta es la impresión que nos queda luego de leer la obra, que el mito de la deidad prehispánica, como se ha visto en otros de los textos que retoman el tema, es infinita en su interpretación.  
 

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